Las fronteras en común con Artigas y Rivera, hicieron que el
Batuque de Rió Grande del Sur ingresara a través de ellas al territorio
nacional. El primer baluarte religioso del Batuque se encontraba en Sant’Ana de
Libramento, ciudad fronteriza con Rivera. Allí, antes de que se fundara el
primer Ilê (casa de religión) varios iniciados en el Batuque de las naciones
Jéjè existían en lo que nosotros clasificamos como la primera etapa. Esta
primera etapa se desarrolla dentro de una casa, más precisamente en una
habitación dedicada al culto.
En ediciones anteriores decíamos que Mãe Matilde de Iemanjá
convoca al Babalorixá João Correia Lima (Pai João do Bará) para solucionar un
problema espiritual de la Mãe Teta. Este simple hecho, marcó una importante
parte de la historia del Batuque en todo el territorio de la República Oriental
del Uruguay. El Pai João do Bará, procedente de una humilde familia de Porto
Alegre, de profesión picapedrero, analfabeto, así decía su documento de
identidad (1964), ingresó en la Nación de Jéjè de manos de la Mãe Chininha de
Aganju de Ibeijis, descendiente de esclavos.
Hacemos un alto para dar una explicación de los Jéjè’s. Este
grupo, que formara una parte importantísima de la sociedad de Río Grande del
Sur en el siglo pasado, ingresa desde el antiguo Dahomey, hoy República Popular
de Benín. Parte del Dahomey hablaba en la misma lengua que los grupos llamados
Yorubas. Cuando Odudua unifica a todas las naciones de la misma lengua bajo la
bandera de la gran Nación Yoruba, abarcó gran parte de la actual Nigeria y el
Dahomey. Las luchas tribales de conquista de unos pueblos a otros hizo que la
llegada de los navíos negreros fueran vendidos a los conquistados, por eso se
dio que llegaran a Bahía tres princesas de Oyos y que allí fundaran el Axé Opó
Afonja, Casa Blanca, el alto Gantois. La gran Nación Jéjè se instala en Río
Grande del Sur caracterizándose por sus ritmos muy especiales y diferentes a los
ya conocidos. Hoy, muchos pertenecen a un lado (nación) y terminan de
aprontarse en otro, dándose lo que se conoce como naciones compuestas: Jéjè con
Jexa, Oyos con Jéjè, etc.
Cuenta la historia de Porto Alegre, que en 1860 aproximadamente,
llega a esta ciudad un príncipe de la familia real de Ajudá de la actual
República de Benín, de tradición cultural Jéjè. La historia también dice, que
este príncipe recibía dinero (pensión graciable) de parte del gobierno Inglés.
Se le conoció como príncipe Custodio y su nombre era José Francisco Custodio de
Almeida.
Este príncipe instaló su casa de religión en la capital del
estado, llamaba la atención por su forma de vestir y era visitado por la alta
sociedad de la época. Tenía caballos y varios carruajes que utilizaba para su
transporte personal, despertando la admiración de toda la ciudad. Una cosa si
es importante resaltar, al igual que sus ancestros, tenía varias mujeres con
quienes vivía en la misma casa y tenía varios hijos con cada una de ellas.
El lugar donde estaba situada su casa es conocido como la Ciudad
Baja (cidade Baixa). Este príncipe de Benín, de la Nación Jéjè, toma
trascendencia en Porto Alegre porque no solamente las más importantes
personalidades de la época lo frecuentaban, sino que el propio gobernador de la
época, Borges de Medeiros, era su hijo de Santo y además se dice que era hijo
de Ogún con Ihanza. El propio gobernador concurría a las festividades, ya que
era algo muy común en esa época que diferentes políticos se acercaran a la
religión africana. Lo más impactante, era que el Príncipe Custodio había
asentado un Bará en el Palacio Piratiní para que se abrieran los caminos del
gobierno de ese entonces. Este asentamiento aún hoy existe, lo que no se dice o
se sabe, donde fue realizado.
Las crónicas cuentan que falleció en el año 1936 y que su
entierro fue lo más importante de la época. No olvidemos que el más importante
culto a Naná Burukum o Brokum, lo mismo que Zapata, provienen del Dahomey, la
hoy República Popular de Benín.
Para ésta época, nuestro Pai João Correia Lima contaba con 31
años, pues falleció con 67 en 1971. El ingreso del Batuque a Sant’Ana de
Libramento, hizo que los uruguayos hijos de Umbanda de la Mãe Teta terminaran
aprontándose en esta Nación, dándose el primer paso de ingreso a Rivera y luego
a Montevideo. A nuestra capital fue con bombos y platillos, ya existían hijos
prontos en batuque por el Pai João en Montevideo, como el Pai Sergio Tobías,
Mãe Jorgelina Olivera, Pai Enrique Guardia, Mãe Yolanda Sosa, Pai Kito y Mãe
Pola, Pai Víctor Garrón, Pai Alberto Santiago Pavez, Mãe Amelia Aires, Mãe Ana
Elia Pereyra, Isabel Vargas de Portela, Pai Armando Ayala, Pai Carmelo Rizzo.
Hemos mencionado a los que se aprontaron en la década de los ‘60 en Sant’Ana de
Libramento y en Porto Alegre, los que fundaron sus casas de religión en la
misma década, los que hicieron posible que llegará el Pai João y aprontara a
sus nuevos hijos para continuar con la gran cadena religiosa.
Mayoritariamente este grupo religioso se formaría en los lugares
más pobres de la ciudad; también sucedió que parte de la clase media alta o la
burguesía, también ingresara a los llamados Batuques. Al extenderse el Batuque
desde Sant’Ana hacia Rivera fue simplemente cuestión de tiempo esperar que
llegara a Montevideo.
En Montevideo, las primeras casas de Batuque fueron en Flor de
Maroñas y la mitad de camino entre El Cerrito y Las Acacias. El comienzo fue
exactamente igual para todos, en donde la casa tenía una habitación dedicada al
culto. Así surgieron diferentes casas de religión como: la de Mãe Jorgelina de
Oxúm, existente hasta el día de hoy en la calle Hungría; la casa del Pai Sergio
Tobías en la calle Barquisimeto, luego trasladada a la calle Homero, hasta que
se fuera a vivir a Porto Alegre, volviendo después de un tiempo a sus raíces en
la calle Homero. La casa de la calle Barquisimeto queda en manos del que
escribe estas líneas, Pai Armando Ayala, para luego trasladar el Axé hasta la
calle Guadalquivir. A todas estas casas que hemos mencionado se le agregan: la
casa del fallecido Pai Enrique en la calle Azarola Gil, en Piedras Blancas; la
casa del Pai Víctor Garrón en el centro de la ciudad en Acuña de Figueroa y que
luego se trasladara a Buenos Aires hasta el día de hoy.
Mencionamos estas casas porque fueron en las que João Correia
Lima realizó obligaciones, retiros espirituales, las asentó, las afirmó (como
se dice en términos religiosos), plantó sus semillas y de allí continuó
creciendo el Batuque hasta nuestros días.