Investigación realizada por el Pai Armando Ayala ya fallecido.


Investigación realizada por el Pai Armando Ayala ya fallecido.



Pai Joao Correia Lima



Pero... ¿Quién era éste Babalorixá? ¿De dónde venía? Los caminos de la vida nos llevan a homenajear a nuestro querido viejito, a nuestro gran Pai. Para nosotros, todos sus descendientes, el más grande, el más importante, el mejor, el gran guerrero de la luz, el que supo traer su Nación, colocar su bandera, disfrutar de la felicidad de sus hijos y hacer felices a muchos otros.


Las notas gráficas muestran a la gente que se relacionó con él, y más allá que muchos ya no estén entre nosotros dejaron sus semillas en esta religión. Estas semillas continúan germinando para transformarse en los grandes árboles que darán fruto en un futuro no muy lejano.

Este Babalorixá y también Babalawo de la Nación Jéjè, se inició como lo mencionáramos anteriormente, con Chininha de Aganju de Ibeijes, cuya casa de religión existió en la ciudad de Porto Alegre. Esta Iyalorixá, con más de 80 años, fue de alguna manera obligada por sus hijos a cerrar la casa debido a que sufría del corazón. Las danzas de su Xangó eran tan imponentes a la hora de bailar el Aluxá (danza ritual de Xangó), que terminaba muy fatigada y cansada. Para preservar la vida de su querida madre decidieron cerrar la casa.

João Correia Lima, que en ese momento estaba allí, ya prácticamente con todos sus Axés decidió encostarse, acercarse o finalizar lo que ya tenía en la casa de otro Babalorixá muy conocido y famoso en la ciudad de Porto Alegre. Este Babalorixá, era conocido porque de su casa surgieron grandes nombres que llevaron a la religión adelante en los años ’70 en la ciudad de Porto Alegre. Nos referimos al Babalorixá Antoninho de Oxúm, de la conocida Nación de Oyos, representante del reino de Oyos. Los Batuques del Pai João, en la calle Comendador Rehigans al 269, tenían dos partes: una era la Nación de Jéjè de Dagabis (Jéjè de Palitos), con tres tambores pequeños y unos más grandes, adornados alrededor con cascabeles; el toque de Jéjè de Dagabis tiene una similitud con el Are Are del Batuque. Cuando finaliza el toque de Jéjè, siempre y cuando sea una nación compuesta, los Orixás que habían participado de las diferentes danzas del Jéjè, continúan con la segunda parte, la danza para la Nación de Oyos, en la cual se toca el tambor con las manos.

Siempre que había una festividad en el llamado terreiro o Ilé de la calle Rehigants, cuyo nombre era «Sociedad Beneficiente 19 de mayo», del Barrio de Auxiliadora en Porto Alegre, en ese templo, sobre la puerta del pegí, había una foto de perfil del Babalorixá Antoninho de Oxúm iluminada, indicando el gran respeto que tenía su hijo por él, ya que fue con quien el Pai João finalizó su sacerdocio religioso africanista.

Le conocimos en Montevideo, en General Flores 4410, en el Ilé de Oxúm de la fallecida Mãe Amelia. Fue traído por primera vez por el Pai Alberto Santiago Pávez, aún con su casa de religión en Buenos Aires. Luego de haberse ido de Montevideo, su historia está ligada a la del Pai Enrique Guardia y al Pai Ángel Salvador Córdoba de la ciudad de Rivera, a quienes la vida les llevó por caminos idénticos, llevándolos hasta Sant’Ana de Libramiento, y allí hasta la casa de la Mãe Teta, donde conocieron primero la Umbanda y luego el Batuque. La Mãe Teta los condujo a la casa del Pai João, al Pai Alberto Santiago Pávez personalmente y los otros dos en diferentes etapas.
Con el hoy Pai Mara (Alberto Santiago Pavez) ocurrió algo especial cuando la Mãe Teta le dijo al Pai João: «le traigo éste hijo que yo quiero mucho para que usted lo apronte". El Pai lo miró primero a él, y luego dirigiéndose a la Mãe Teta le dijo: "es hijo de Bará". Así comenzó el mensaje de Bará, el señor de los caminos, ese hijo de Bará abrió el camino para que otro Bará llegase a Montevideo con el Batuque de Jéjè de Dagabis al hombro, rumbo a la casa de Amelia Aires, dónde, como decíamos al comienzo, le conocimos.

Su llegada a Montevideo causó conmoción en todo el ámbito religioso local. Se hablaba del mal y del bien, de los santos cristianos, de los caboclos y los prêtos, una mezcla no muy auténtica dentro de la religiosidad afroumbandista, el sincretismo heredado del Brasil. Con esto querían justificar que el ritual de Umbanda era mejor, más bueno y más puro que los rituales de Batuque. Hacían entender que el Batuque era maligno porque allí se faenaban animales o que tenía una connotación con el diablo de los cristianos. Costó mucho tiempo hacerles entender que no se faenaba porque sí, sino que se faenaba para comer y para que esa carne de caprinos, ovinos y porcinos, como aves de corral, se repartiera entre los que estaban en retiro espiritual durante los ocho o dieciséis días para luego consagrarse sacerdote. Claro que en aquella época no había difusión radial de la religión, ni televisiva, ni tampoco escrita. Aquí un pensamiento propio de lo vivido en esta época: »Bueno, para que tanta difusión, si total, quienes supuestamente lo difunden no aportan nada de conocimiento porque no saben ni para ellos»...



La fuerza de los propios Orixás hizo que los umbandistas tuvieran que presenciar rituales y ceremonias, y así, más tarde decidieron ingresar a la religión de los batuqueros, porque su propia Umbanda había adoptado desde su fundación en 1908 como propios, 7 de los Orixás africanos para integrar su organigrama poniéndolos en un grado superior astral, comandando todas las falanges de la Ley.



El Batuque llega Montevideo y se instala para echar raíces. Las primeras casas reciben con honor a quien las inaugurara y comienza el crecimiento. Los Orixás hacen sentir su fuerza y comienzan los primero milagros, nacen nuevos Pai y Mãe, creciendo así las nuevas generaciones de batuqueros. Treinta años después se extiende en todo el territorio nacional y llega a Buenos Aires. Otros Babalorixás llegaron trayendo sus naciones, otras Mães de Santo incursionaron con sus danzas y sus fundamentos, pero la magia del primer encuentro aún esta latente, la fuerza del axé de Bará Exu Bi se extiende a lo largo y ancho de nuestras vidas, para él no existen las fronteras. Sus hijos plantaron nuevas semillas, muchas continúan en el axé que fueron plantadas, otros buscaron nuevos caminos, para finalizar o comenzar un nuevo verbo, una nueva lectura pero un viejo camino, el del crecimiento espiritual. Los hijos del Bará Exu Bi nos quedamos con una enseñanza que una vez viéramos de él, cuando le visito Joasinho da Gomeia, el recibimiento fue muy cálido y dio a entender el conocimiento de mucho tiempo atrás: "El hombre que preserva a sus amigos jamás es dominado por las tempestades de la existencia; tiene fuerzas para vencer las dificultades y seguir adelante".



En el nuevo siglo, en el comienzo del milenio, los hijos, nietos, bisnietos y tataranietos del introductor del Batuque en el Uruguay rinden este sincero homenaje a éste gran maestro religioso, que dejara el camino abierto para transitar en el ALUPO BARÁ EXU BI SEÑOR DE LOS CAMINOS.

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