Leyenda De Ossanha: La Codicia y El Amor No Recorren El Mismo Camino



A orillas de una cachoeira de aguas dulce y cristalina, sentada sobre una gran piedra,  una doncella muy bonita, pasaba hora observando su rostro, perfumando su cuerpo, peinando su cabello. Orgullosa de si, sabiéndose la más bella presumía a sus hermanas y a los jóvenes guerreros.

Deleitaba sus oídos con la armoniosa melodía del canto de los pájaros de repente percibe golpes bruscos, y secos y el desgarro de ramas, que caen; instintivamente curiosa penetra la espesa selva, siguiendo el son de los golpes. Llega a un claro y observa, fornido y buen mozo, con piel como la noche seleccionando ramas, cortándolas con cuidado. Palpando sus hojas y sintiendo su aroma.

Seducida por la delicadeza con la cual aquel mozo trataba las hierbas, se aproxima sigilosamente a el, para observar su rostro y una rama que cruje en su pie descubre su presencia.
Y en un instante cae presa de la mirada ruda pero viril de el. Sintiéndose avergonzada por ser sorprendida espiando, corre a su morada.

Oxum que así se llamaba, agitada y excitada por esa experiencia, llega al encuentro de sus hermanas y comenta con detalles lo ocurrido, la experiencia vivida.
Oba, quién escucha el relato, comenta que ese mozo, se llamaba Ossanha y era poseedor de una gran riqueza, la sabiduría y el conocimiento profundo de la vegetación.

Oxum, encantada y ambiciosa, no interpretaba el valor de la riqueza y comienza a divagar con su pensamiento.

Debía conquistar a Ossanha ya que el  era justo lo que ella ambiciona. Rico, hacendado, joven y buen mozo. Necesitaba una buena estrategia para que el se rinda a sus encantos y así lo tendría a su disposición.

Entre tanto, Ossanha un ser puramente introvertido, ajeno conocedor de los placeres mundanos, amigo y fiel aprendiz de la sabia queda prendado ante la belleza de aquella joven doncella; cautivado por aquella beldad femenina, al dia siguiente vuelve a trabajar al mismo lugar con la esperanza de volver a verla.

Ya cuando el atardecer caía, Oxum anuncia su presencia danzándola compás de el son de la tala delicada y seductora, embriaga los ojos de ossanha y se acerca muy lentamente con movimientos acompasados que fluían de las manos de aquel de repente un golpe seco y la selva cae en silencia y dolor un quejido de desesperación, locura y también temor si  cae derrumbado segado en sangre y desesperación.

La magia y excitación le habían hecho perder el control y sin darse cuenta resbala el hacha y corta una pierna, como nada.

Oxum al ver a Ossanha bañado en sangre y dolor, un pedazo de pierna a un costado desprendido de su cuerpo. Enloquece y en su desesperación; huye creyendo muerto a aquel mozo.

Ossanha en un intento por salvar su vida, se arrastra, hasta un viejo tronco caído y busca dentro de el la seda que las arañas fabrican, para taponar su herida, la coloca sobre ella y las hojas medicinales mascadas; amarradas con raíces, corta la hemorragia y la infección extenuado de dolor desfallece entre tanto los animales y aves de rapiñas, comienzan a rondar en el lugar atraídos por el olor a sangre anunciando su presencia con chillidos característicos para llamar a las manadas.

Oxosi inseparable compañero de Ossanha, conocedor del dialecto de los animales. Percibe peligro, sabe que hay una presa, instintivamente sabe que es humana y atravesando la selva como nadie lo podía hacer jamás y utilizando el mismo lenguaje pide la retirada de los animales. 


Llega al lugar y al ver a su hermano herido monta en cólera, que segado no se da cuenta que esta vivo. Desarmado de dolor cae sobre sus rodillas pidiendo la cabeza del culpable y una vos débil y temblorosa dice: No okibambo, fue mi culpa.

Levanta sus ojos llorosos, una luz de esperanza se enciende al ver y escuchar a su hermano vivo.

Lo levanta en brazos y lo lleva al kilombo (casa construida en la cima de los árboles). Vela por el, hasta pasado el peligro; corta el mejor roble y talla la mas hermosa muleta.

Con el tiempo, cicatrizo su herida y aprendió a manejarse con la muleta que su hermano y compañero había fabricado para el, volvió a la floresta para encontrarse con el mismo. Pero había algo que todavía no curaba, la herida del corazón; días y días volvía a aquel trágico lugar, donde conoció el amor, con la esperanza de volver a verla, pero aquella hermosa doncella jamás apareció. 

Y dudaba si era porque lo creía muerto o porque realmente no le interesaba lo que le hubiese sucedido con el.

Una mañana decide ir en su busca, llegar ante ella y disipar aquella bruma de dudas. Recorre senderos, caminos, hasta que llega a orillas de una cascada y escucha cantos tan dulces y armoniosos como el de los pájaros; muy despacio y en silencio se acerca, observa hermosas mujeres, cantando riendo, arreglándose. Si entre ellas estaba aquella que lo había prendado.

Toma coraje y se dirige erguido y lento imponiendo su presencia. El silencio se hace eterno, sus miradas se encuentran.

Oxum baja la vista, le da la espalda y se sumerge en el agua; como si nunca lo hubiese conocido.

Oba lo reconoce y se levanta con alegría y desconcierto a saludarlo. ¡GUEO, GUEO! ¡OSSANHA! Con dulzura lo abraza, el estaba tieso con la mirada fija en las aguas.

Sin decir palabra, acaricia el rostro de Oba, besa su mano y se aleja silenciosamente, disipando toda ilusión y esperanza. Comprendió, “Que fue una suerte perder una pierna y no la cabeza a causa de una amor no correspondido”.

 “Y que el amor así como la belleza no siempre ¡No siempre! Están a la vista de los ojos. Si no en el interior de cada ser y en el lugar que menos esperamos encontrarlo”. 

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