Señora Protectora de mi encanto,
no soy digno de pronunciar tu nombre.
Y no soy digno de implorar tu perdón.
Señora Guía de mis fuerzas,
la humillación cubrió mis pies y no pude andar, y ser guerrero.
Señora Madre de mis creencias,
la justicia cubrió mis caminos y no pude tener temor.
Señora Reina de Odó, poderosa guerrera contra la maldad.
Que tu espada se lance sobre mi vida y yo sea digno de tu bondad.
Que la fuerza que existe en el río cuando se encuentra con el mar,
sea tan igual de poderosa en mi vida,
capaz de cambiar mi destino y poder saludarte.
Exo, Mae Obá!
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