Èsú consultaba a Òrúnmìla.​





La siguiente leyenda habla sobre una de las raras instancias en las cuales Èsú consultaba a Òrúnmìla.​
Cuando Èsú concluyo sus planes p0ara seguir a los Òrìsà a la tierra, fue a consultar a Òrúnmìlà. Èste le aconsejó que realizara sacrificios a su propia alma, es decir así mismo, para evitar enfrentamientos que Èl no iba a poder dominar. Tenía que servir a su alma con un cabrito, porque al ser Èsú el dueño del dinamismo y el movimiento, toda ofrenda para que sea efectiva y llegue a destino, es necesaria la intervención de Èsú, y aún Él mismo, debe hacerse ofrendas. Èsú se pregunto si había alguna fuerza en el Òrún (Cielo) y en  Aiyé (Tierra) superior a Él. Se burló de Òrúnmìlà y se rehusó a realizar el sacrificio.​
Después de eso, partió rumbo a la Tierra, con ladetermiunación de destruir cualquier divindad o mortal que se atreviera a cruzarse en su camino para entorpecerlo.​
Al llegar al mundo se estableció un campo y lo cultivó. Pronto comenzó a dar sus frutos, antes que los campos de los demás.​
El hecho de que su campo fuera el primero en dar frutos, otros comenzaron a robar de su campo. Èsú, sin embargo , se pregunto quién podía tener el coraje de robar su campo. Sin saberlo, era su propio homologo primigenio el Òorì (cocodrilo), quien le estaba robando.​
Òorì tenía varios hijos y también había sido aconsejado, anteriormente, de servir a  Èsú con un cabrito. Además, Òorì fue aconsejado de preparar un fiesta para los niños pequeños, lo cual hizo, mientras seguía a dar un cabrito a Èsú​
Èsú  se dedico a investigar, y cuando descubrió la ruta que el intruso tomaba para robar en su campo, tendió una trampa en ella. Durante la próxima visita que realizó  Òorì al campo de Èsú , cayó en la trampa que estaba preparada. Cuando se dió cuenta que era una trampa muy fuerte, decidió no poner ninguna resistencia.  Se quedó inmovil en la trampa en la que había caído. A la mañana siguiente, Èsú partió para ver su trampa.    Cuando vió que el que había caído en ella era Òorì, lo acuso de ser el ladron que solía robar de su   campo.  Òorì se quedó callado porque las moscas ya estaban volando al rededor de él.​
Èsú levanto un misil y se lo arrojo a Òorì, astutamente este pretendió hacerse el muerto. Caundo no hubo más movimientos, Èsú supuso que estaba muerto. Sin embargo, cuando Èsú avanzó para dopblar el arco de la trampa , para poder remover a la víctima de ésta, Òorì se apode´rò del machete de Èsú, y lo arrojo lejos, y en ese momento se entrelazaron. Durante la lucha que siguió, arrancaron la trampa. Òo´rì trato de tirar a Èsú dentro del agua , mientras Èsú trato de empujar  a Òorì devuelta a la tierra. Después de una larga lucha, los niños a los cuales Òorì habìa realizado una fiesta, olleron por casualidad , los gemidos de los gigantes, y estaban curiosos por averiguar que era lo que sucedía. Cuando los niños, eventualmente vieron quien estaba peleando con su benefactor , se metieron dentro de los ojos de Èsú. Como Èsú comenzo a utilizar sus manos para alejar   a los niños de sus ojos, Òorì tuvo la oportunidad  de meterse en la profundidad del río. Pues, escapo de la ira de Èsú, quien después de recuperar su machete regresó a su casa abatido.
                  Èsú Al llegar a su casa, le pidió a su hijo, "falsedad", que le traiga agua para beber. Cuando el hijo no apareció a tiempo con el agua, Èsú le pego en la cabeza y el hijo murió instantaneamente. Fue en ese instante que Èsú recordó del sacrificio que oportunamente Òrúnmìlà le había aconsejado realizar. Con retrazo finalmente realizó el sacrificio a su propia alma, es decir así mismo.​
El Odu de Ifa EJIOGBE nos dice acerca de la importancia del sacrificio lo siguiente:​
Para aquel que vino del Cielo a la Tierra con su ofrenda en las manos su camino no fue oscuro, para aquel que llegó a la Tierra con su ofrenda en las manos su caminar fue seguro.​
En ese Ifá tomado del odu Ejiogbe, manifiesta cómo Esu lo ayudó a convertirse en el rey de los olodús gracias al sacrificio que este realizó por prescripción de la adivinación. El Ese del que hablamos nos cuenta que ya los dieciséis olodús en la Tierra, era hora ya de nombrar un jefe entre ellos. Ejiogbe no fue el primer olodú que vino a la Tierra, muchos otros llegaron primero.​
Antes que él, Oyekún Meji, el rey de la noche, había reclamado la antigüedad, el grupo recurrió a Obatala, para que nombrara al rey de los olodús. Obatalá los invitó a todos y les dio una rata del bosque para que compartieran entre sí, Oyekun Meji cogió una pata, Iwori Meji cogió la segunda, Idí Meji la tercera y Obara Meji la cuarta, las demás partes fueron distribuidas en orden de antigüedad convencional. Ejiogbe por ser muy joven recibió la cabeza. ( En Cuba, por sustitución, se utiliza en los sacrificios a la jutia, una especie endémica).​
En orden de secuencia Obatalá les dio posteriormente un pescado, una gallina, una paloma, una guinea y por último, un chivo, todos fueron compartidos de acuerdo con el orden establecido con la rata del bosque. En cada caso, Ejiogbe recibió la cabeza de todos los animales sacrificados.​
Finalmente, Obatalá les dijo que regresaran después de tres días para comunicarles su decisión. Ejiogbe se consultó de regreso a su casa e Ifá le dijo que ofrendara un macho cabrío a Esu. Después de comerse su macho cabrío, Esu le dijo que en el día señalado él debía asar un ñame y echarlo en su bolso junto con un calabacín lleno de agua, Esu también le dijo que llegara tarde a la reunión de los olodús en el palacio de Obatalá. El día señalado, los olodús vinieron a buscarlo para ir a la reunión, pero él les dijo que asaba un ñame al fuego para comer antes de partir.​
Al irse ellos, Ejiogbe sacó el ñame, lo peló y lo guardó en su bolso junto con el agua. Rumbo a la reunión se encontró con una anciana, exactamente, como le había pronosticado Esu y, en consecuencia con lo que le había aconsejado, liberó a la anciana de la carga de leña que llevaba, ya que estaba tan cansada que apenas podía caminar.​
Después de agradecerle su ayuda, la anciana se quejó de sentir apetito, Ejiogbe sacó de inmediato el ñame de la bolsa y se lo brindó, después de comérselo, ella le pidió agua y él le dio la que tenía en el bolso. Cuando la anciana terminó, Eyjiogbe recogió la leña y emprendió el camino con ella a su lado sin saber que se trataba de la madre de Obatalá.​
La anciana al verlo apurado, le preguntó hacia dónde iba con tanta prisa, y él le respondió que ya estaba retrasado para ir a la reunión en la que Obatalá iba a nombrar al rey de los olodús. Agregó que se había tomado su tiempo, no obstante, porque sabía que era demasiado joven para aspirar a ser rey de los dieciséis discípulos de Orúnmila.​
Al responder, la mujer le aseguró que él sería declarado rey de los olodús. Cuando llegaron a la casa, la anciana le dijo que dejara la leña en el fondo. Fue entonces que Ejiogbe reconoció la casa de Obatalá y comprendió que la mujer que había ayudado era, nada más y nada menos, la propia madre de este. Con ello, exhaló un suspiro de alivio. La mujer le pidió que le siguiera al interior de la casa. Allí sacó dos pedazos de tela blanca y ató uno al hombro derecho y otro al hombro izquierdo de Ejiogbe.​
Después le insertó una pluma roja de cotorra en la cabeza y le puso una tiza blanca en la mano derecha, acto seguido, le mostró las mil cuatrocientas sesenta piedras, dispuestas delante de la casa de Obatalá, y le dijo que se parara sobre la piedra blanca en el centro. Con sus nuevas prendas, Ejiogbe se paró sobre la piedra mientras los demás aguardaban en la antesala de Obatalá. Transcurrió un tiempo, cuando Obatalá le preguntó a los demás a quién esperaban y todos respondieron que esperaban a Ejiogbe, Obatalá les preguntó el nombre del hombre que se encontraba parado afuera. Ellos no reconocieron a Ejiogbe, Obatalá les dijo que fueran a rendirle tributo, uno tras otro, y a tocar el suelo con su cabeza a los pies de Ejiogbe. A partir de entonces, Obatalá proclamó oficialmente a Ejiogbe rey de los olodús de Orúnmila.​
Casi al unísono, todos los demás olodús refunfuñaron disgustados y no ocultaron su descontento con el nombramiento de un olodú joven como el jefe de ellos, entonces Obatalá les preguntó cómo habían compartido los animales que les había dado durante los días del período de prueba. Ellos le explicaron y Obatalá les preguntó quién había recibido la cabeza de cada uno de los animales y confirmaron que en cada caso, se la habían dado a Ejiogbe. Obatalá les explicó que fueron ellos quienes nombraron de manera inconsciente rey a Ejiogbe, ya que cuando la cabeza está fuera del cuerpo el resto no tiene vida, dicho esto, se marcharon, pero al salir de la casa de Obatalá, todos decidieron mantener a Ejiogbe a una distancia prudencial, también decidieron no reconocerlo, ni servirle, ni visitarlo. Antes de dispersarse, Ejiogbe compuso un Ese especial para neutralizar todas las maquinaciones malévolas en contra suya; el Ese en cuestión es el siguiente:
Oya ni ki owo won yaa​
Owuwu oni koo wo won deenu​
Ikpe akiko kiiga akika​
Ikpe orire I gun orire deenu​
Etuu kii olo tu won ni mo​
Inu lo otin ire efo ebire waa​
Con este Ese especial, Ejiogbe utilizó hojas apropiadas de Ifá
Después de este incidente, los olodús le dijeron que para ellos aceptarlo como rey tendría que hacerles una fiesta con: doscientas güiras de puré de ñame, doscientas ollas de sopa preparadas con diferentes tipos de carnes, doscientos güiros de vino, doscientas cestas de semillas de cola...... Y le dieron siete días para organizar la fiesta.​
A simple vista huelga decir que parecía una tarea imposible porque ellos sabían que Ejiogbe no tenía con qué costear una fiesta de tal magnitud. Este se sentó a lamentar su desgracia y la perspectiva de seguir siendo un pastor sin ovejas.​
A la sazón, Esu vino a preguntarle el porqué de su melancolía, y Ejiogbe le explicó que no tenía dinero para costear la fastuosa fiesta que los olodús le habían pedido para subordinarse a él. Esu le respondió que el problema se podía resolver si le ofrendaba otro macho cabrío. Ejiogbe no perdió tiempo en hacerle la ofrenda a Esu, después de comerse el macho cabrío, Esu le dijo que preparara sólo un plato de cada alimento y que colocara en fila ciento noventa y nueve recipientes adicionales vacíos -uno para cada uno- en el cuarto donde se celebraría la fiesta el día señalado.​
Eyjiogbe hizo lo que dijo Esu, mientras tanto, los olodús se burlaban de él porque sabían que no había forma de que Ejiogbe pudiera costear dicha fiesta. Al séptimo día, los olodús fueron uno por uno a visitarlo para preguntarle por la fiesta. Como no escucharon los ruidos del mortero desde la cocina pensaron que no había fiesta. Mientras, los recipientes vacíos se encontraban en fila, Esu fue al cuarto de la fiesta y le ordenó al único plato de cada alimento multiplicarse y llenar todos los recipientes vacíos. Instantáneamente todas las güiras, las ollas, las cestas ......., se llenaron de comida recién elaborada y la fiesta estuvo lista.​
Cuando Oyekú Meji llegó a la fiesta, se asombró de ver todo lo que estaba listo. Sin esperar la invitación formal se sentó a comer. Los siguientes:​
Iwori Meji, Idí Meji, Obara Meji, Okonrón Meji, Irosun Meji, Owanrin Meji, Ogundá Meji, Osá Meji, Eturá Meji, Irete Meji, Eká Meji, Eturukpón Meji, Osé Meji y Ofún Meji, antes de darse cuenta de lo sucedido, habían comido y bebido a su antojo.
Después de la fiesta, todos cargaron a Ejiogbe y lo elevaron sobre sus cabezas mientras bailaban en una procesión y cantaban sus distintos rezos según para que se inmolaba​
Ay un concepto equivocado sobre sacrificio y inmolación el sacrificio seria como el daño que se causa a un animal sin ningún fin solo puede sacrificarse para comer ,por deporte, o por maldad y dentro del africanismo este no entraría sino que inmolamos al animal con un fin religioso espiritual intercambiando la vida de ese animal sacando de ella lo espiritual y brindándoselo al que recibe esa bendición desde el mas allá 

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