Leyenda Exú es el más sutil




Leyenda 

Exú es el más sutily el más astuto de todos los Orishas.​
Él se aprovecha de sus cualidades para provocar malentendidos y discusiones entre las personas o para prepararles trampas.​
Puede hacer cosas extraordinarias como, por ejemplo, cargar, en un colador, el aceite que compró en el mercado, ¡sin que este aceite se derrame de ese extraño recipiente!​
Exú pudo haber matado un pájaro ayer, ¡con una piedra que tiró hoy!​
Si se enoja, zapatea una piedra, en el bosque, ¡y esta piedra se pone a sangrar!​
Su cabeza es puntiaguda y afilada como la hoja de un cuchillo.​
No puede transportar nada sobre ella.​
Exú puede ser también muy malvado, si las personas se olvidan de homenajearlo.​
Es necesario, por eso, hacer siempre ofrendas a Exú antes que a cualquier otro Orisha.​
El lunes es el día que le es consagrado.​
Es bueno hacerle ofrendas en ese día, de farofa, aceite de dende, caña y un gallo negro.
Una vez dos amigos de la infancia que jamás discutían, se olvidaron, el lunes, de hacerle las ofrendas debidas.​
Se fueron al campo a trabajar, cada uno en su chacra.​
Las tierras eran vecinas, separadas apenas por un estrecho cantero.​
Exú, enojado por la negligencia de los dos amigos, decidió prepararles un golpe a su manera.​
Se puso en la cabeza un birrete puntiagudo que era blanco del lado derecho y rojo del lado izquierdo.​
Siguió, después, la línea del cantero, llegando a la altura de los dos trabajadores amigos y, muy educadamente, los saludó:​
“¡Buen trabajo, amigos míos!”​
Estos, gentilmente, le respondieron:​
“¡Buen paseo, noble extranjero!”​
Ni bien el Exú se alejó, el hombre que trabajaba en el campo a la derecha, le dijo a su compañero:​
“¿Quién será este personaje de gorro blanco?”​
“Su sombrero era rojo,” respondió el hombre del campo a la izquierda.​
“No, era blanco, de un blanco de alabastro, ¡el blanco más bello que existe!”​
“Era rojo, ¿o pensás que soy ciego?”​
Cada uno de los amigos tenía razón y estaba furioso de la desconfianza del otro.​
Irritados, se empezaron a pelear hasta matarse a golpes de azada.​
¡Exú fue vengado!
Esto no habría ocurrido, si las ofrendas a Exú no hubiesen sido olvidadas.​
Pues Exú puede ser el más benevolente de los Orishas si es tratado con consideración y generosidad.​

Hay una manera hábil de obtener un favor de Exú.​
Es preparándole un golpe más astuto del que él mismo prepara.
Cuentan que Aluman estaba desesperado por una gran sequía.​
Sus campos estaban áridos, la lluvia no caía.​
Las ranas lloraban de tanta sed y los ríos estaban cubiertos de hojas muertas, caídas de los árboles.​
Ningún Orisha invocado escuchó sus quejas y sus gemidos.
Aluman decidió, entonces, ofrecer a Exu grandes pedazos de carne de chivo.​
Exú comió con apetito esta excelente ofrenda.​
Sólo que Aluman había condimentado la carne con una salsa con mucha pimienta.​
Exú tuvo sed.​
¡Una sed tan grande que toda el agua de todas las jarras que tenía en su casa y que tenían, en sus casas, los vecinos, no fue suficiente para calmar su sed!​
Exú fue a la canilla de la lluvia y la abrió sin lástima.​
La lluvia cayó.​
Y cayó de día, cayó de noche.​
Cayó al día siguiente y el día después, sin parar

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